3.8.05

Odisea Espacial

La inmensidad del espacio me asustaba de niña. Hasta el punto de impedirme disfrutar de su belleza. Recuerdo que cuando aparecían imágenes suyas en la tele, me tapaba los ojos con las manos como si de una película de terror se tratase.
Por supuesto, los documentales sobre el universo o cualquier otra alusión al infinito se me hacían insoportables. Esto se me curó cierto día que mis padres veían en la tele un reportaje. Oir hablar sobre el frágil equilibrio de la galaxia, la facilidad con que todo atisbo de vida podía simplemente desaparecer etc me sonaba como terribles sentencias a las que en todo momento estábamos expuestos. Y chocaba con la tranquilidad con que mis padres contemplaban las imágenes, ¿acaso ellos no escuchaban lo mismo que yo? ¿cómo podían permanecer impasibles? Sus únicos comentarios giraban en torno a la belleza del universo, su tamaño, etc. Recuerdo que corrí a refugiarme en mi habitación. Pero una vez allí mi pánico no hacía más que aumentar. Me sentía terriblemente pequeñita -realmente lo era- y muy sola. Instintivamente regresé al salón, necesitaba sentir la cercanía de otras personas y qué mejor que unos padres que además no se asustaban. No recuerdo cómo me entretuve esos instantes hasta el final del reportaje, seguramente simulando la misma naturalidad que mis progenitores.
Desde entonces ya no solo soy capaz de ver imágenes, documentales y demás, sino de poder disfrutarlas.
Eso si, crecí sabiendo que no podría ser astronauta...